La judería de Viana

Título: Juderías y sinagogas en el reino de Navarra
Autor: Juan Carrasco Pérez, Universidad Pública de Navarra
Localización: Príncipe de Viana, ISSN 0032-8472, Año nº 63, Nº 225, 2002 , págs. 113-156
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Viana y su aljama
Situada sobre un promontorio rocoso que domina la planicie fluvial del Ebro, esta villa fue creada, en 1219, por Sancho VII el Fuerte para reforzar el dispositivo defensivo contra Castilla. La incierta frontera de la Rioja precisa el establecimiento de plazas fuertes, bien provistas de recintos amurallados y castillos que sirvan de freno a las continuas irrupciones de las tropas castellanas. Su fortificación supuso el reagrupamiento de siete aldeas (Longar, Soto, Piedrafita, Perezuelas, Tidón, Cornava y Goraño) del entorno más próximo. A esta villa, de fundación real, se le dio un trazado a cordel –de calles paralelas y perpendiculares–, propio de otras villas de repoblación, muy semejante al de Sangüesa y Puente la Reina. Al amparo de una legislación favorable –el Fuero de Logroño-Laguardia–, la población autóctona, de marcado carácter rural, se incrementó de forma notable con oleadas sucesivas de artesanos, mercaderes y judíos. Se cumplía así ese binomio “weberiano”, dinámico y conquistador, de fortaleza y mercado. En apenas dos generaciones, la judería –instalada quizá en el cerro extramural de la Nevería, próximo al arrabal de San Felizes y después en el barrio Alto del Castillo, ya intramuros– era ya una comunidad plenamente asentada, capaz de atender algunas exigencias del fisco regio, siquiera de forma ocasional. En la recaudación de don Creste y don Miguel de Undiano de 1266, destinada a la “compra de la moneda” o monedaje, los judíos de Viana hicieron una entrega (en concepto de dono) de 25 libras de burgaleses (12 libras y media de dineros sanchetes) y otra de 40 mavaredís (7 libras y media de la moneda navarra). Durante el reinado de Juana I y su marido Felipe I el Hermoso (1285-1305), la contribución de los judíos “vieneses”, siquiera en lo relativo a la pecha (imposición directa), fue gestionada e inscrita desde la aljama de Estella, a la que pertenecían. Los gobernadores Guerin de Amplepuis y Simón de Melun debieron ser los encargados de llevar a cabo la actualización y reajuste de estas aportaciones de los judíos. Ello explicaría que se pasase de las 41 libras de “peita veteri”, aportadas por la aljama de Estella en 1286, a las 1.320 del ejercicio de 1290. Durante casi diez años esa fue la cifra asignada a este conjunto de sujetos fiscales, hasta que fue revisada a la baja en 1304-1305, poco antes de morir la reina, quedando establecida en 1.165 libras y finalmente, en 1315, en mil cien. Para entonces, los judíos de Viana aportaban su propia pecha, netamente diferenciada y estipulada en 358 lib. 14. s. 15 d.; en 1362, el importe de la pecha fue de 666 lib., 16 s. 3 d. de carlines. Si traigo a colación estas cuestiones de revisión fiscal es para poner de relieve el evidente crecimiento demográfico experimentado por esta judería en un tiempo tan controvertido y azaroso, como fue la segunda mitad del siglo XIV. Dicho incremento pudo provocar la saturación de los solares del cerro de la Nevería, limitado en su espacio por lo escarpado de su emplazamiento, siendo necesario buscar cobijo dentro del recinto amurallado, quizá en el barrio de las Cuevas de Arriba, donde aparecen elementos morfológicos tan esenciales como son el Hospital de los judíos, la casa de Gento Melca y, con toda probabilidad, la sinagoga. El número de familias fue en aumento, en consonancia con el creciente desarrollo urbano de la villa, hasta el extremo de constituir su propio barrio, ahora intramuros, más estable y seguro y capaz de albergar a algo más de medio centenar de hogares. La participación de los judíos en la vida mercantil de esta etapa de la ruta de peregrinación jacobitana, según se desprende del análisis de las más de setecientas actas de crédito suscritas entre 1379 y 1413; de los padrones de deuda y de los inventarios de compraventa de heredades en que intervinieron la mayoría de sus miembros. Nombres como los Melca, Evenayón y Leví, entre otros, figuran entre los más acaudalados. En relación con la población de la villa, incluida su periferia, el porcentaje de judíos fue de algo más del 13 por ciento. A lo largo del siglo XV los síntomas de decadencia parecen evidente e irreversibles, a ello contribuyeron “las guerras que hacen los de Castilla y las esterilidades y mortandades de los tiempos”. Al final, después de la “conversión” y al igual que otras juderías del reino, la sinagoga y otros vestigios del rico pasado hebreo fueron objeto de confiscación por parte de la corona. En el cenit de su existencia y hasta el final de sus días, la aljama de Viana agrupaba además de la suya a las comunidades de Laguardia, San Vicente y Los Arcos.[...]