Viana contra sus barrios de Bargota y Aras

Título: Muy Ilustre señor. Por la Diputación de este Reyno y la ciudad de Viana cabeza de su principado en la causa contra sus barrios de Bargota, y Aras
Autor: Navarra (Reino). Diputación
Fecha: 1693
Fuente: Biblioteca Navarra Digital
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Miguel de Unda y Garibay, superintendente de las minas de Almadén

Título: Almadén y sus Reales Minas de Azogue en el siglo XVIII
Autor:  Gil Bautista, Rafael
Fecha de publicación: 2012
Editor: Universidad de Alicante
Fuente: Universidad de Alicante
Ficha
PFD
Firma y rúbrica de don Miguel de Unda y Garibay - 1704
Un navarro en tierras calatravas: Miguel de Unda y Garcés de Garibay (Viana, 1649 - Almadén, 1709)
Tras la tercera y última legislatura del caballero calatravo don Fernando Caniego de Guzmán, quien ejercía como gobernador de Almagro y su partido en lo años finiseculares del Seiscientos, llegará el maestre de campo don Miguel de Unda y Garibay en febrero de 1697, a pesar de que su nombramiento se había producido en el otoño de 1696.
Por su partida de bautismo sabemos que fue sacramentado en la iglesia parroquial de Santa María de Viana el 2 de junio de 1649. En ella aparece como hijo de don Juan de Unda y López de Mirafuentes y de Casilda Garcés de Garibay y del Bayo, ambos naturales de la misma ciudad vianesa. De igual forma están registrados tanto los abuelos paternos (don Juan de Unda y Tejada y Mauricia López de Mirafuentes) como maternos (don Juan Garcés de Garibay y Polonia del Bayo).
Los dos linajes son de larga trayectoria entre las familias más significativas del lugar. La presencia de los Unda está datada al menos desde el siglo XVI, cuando llegaron desde tierras vizcaínas y fundaron casa palacial solariega, que aún se conserva en el corazón histórico de la población. El padre de nuestro superintendente había ejercido de procurador secular en 1654 y de nuevo unos años después, en 1661, y figura en la relación de hijosdalgo de la localidad.  Por la rama materna también los Garcés de Garibay eran oriundos de Viana. De hecho, tanto su abuelo como su tío (de igual nombre, Juan Garcés de Garibay) habían tenido una sólida formación en leyes y habían participado en hechos de armas, de tal forma que su abuelo fue prisionero en la guerra de Cataluña de 1641, lo que le acarreó mas de un año de encierro en una cárcel pública de Barcelona y la pérdida de parte del patrimonio para poder pagar el rescate que lo liberó. De su tío, primogénito de esta rama familiar, heredaría mas tarde el derecho a tomar asiento en las Cortes navarras, lo que sucedería en los años 1662, 1667, 1695 y 1705.
Miguel formó parte de una extensa descendencia, pues se han encontrado hasta nueve vástagos del matrimonio entre Juan de Unda y Casilda Garcés de Garibay, aunque al menos tres de ellos fallecieron. Él era el segundo hijo en el momento de su nacimiento; no obstante, la muerte prematura del primer varón, Juan Bautista, le convertiría a la larga en el heredero legítimo de ambos apellidos.
[...] Su vida sentimental estuvo marcada por la tragedia. Su primera mujer, la vallisoletana Josefa Gabriela Núñez de Prado y Montero de Espinosa, con la que contrajo matrimonio en el otoño de 1680 en la misma iglesia de Santa María que le vio recibir aguas bautismales, falleció en breve. De este primer desposorio nacerían dos hijos, Antonio (Viana, 26-02-1681) y Josefa Micaela (04-03-1652), a la que luego encontraremos desposándose en Almadén en los primeros años del siglo XVIII. Para tal acontecimiento social el propio gobernador tuvo que otorgar poderes y manifestar su consentimiento, al ser menor de veinticinco años su hija. Así lo reflejó ante el escribano Diego José Dávila,

por quanto para el servicio de Dios nuestro señor y mediante su divina grazia tengo tratado y ajustado el casamiento de la dicha mi hija con Don Francisco Queipo de Llano, señor que fue de la villa de Quintanilla, Pobladura y de Graja, residente en la villa de Madrid.

Con su segunda esposa, Clara Gregoria de San Vicente y Belardia, tuvo otra niña, de nombre Dorotea Manuela Juana, nacida igualmente en Viana en junio de 1686. No hay registro de su desposorio en esa ciudad, lo que hace pensar que el enlace se efectuaría en la parroquia que tenía asignada su mujer. Pero lo que sí hemos podido constatar, por la rica información que nos suministran los protocolos notariales, es que su hija, una vez fallecida su madre, obtuvo los beneficios económicos que un tío suyo, capitán en los ejércitos de Flandes, le legó. Se trataría de don Antonio de San Vicente y Belardia, oriundo de Miranda de Ebro, del que Dorotea heredó dos censos que éste poseía contra los bienes propios de la villa toledana de Sonseca, y que en 1704 reclamó don Miguel en nombre de su hija.
El tercer enlace matrimonial se efectuó durante el verano de 1694 en la iglesia parroquial de san Cernín o San Saturnino de Pamplona, de igual nombre que la majestuosa iglesia de peregrinación de Toulousse. Tuvo un matiz diferente a los dos anteriores, pues no sólo se casaron hermano y hermana vianeses con hermana y hermano pamplonicas (doña Leonor de Unda estaba casada con el primer conde de Ripalda, don Esteban Joaquín Ripalda y Marichalar desde hacía diez años), sino que, como se puede comprobar en el texto que se acompaña, el enlace se efectuó por poderes, depositando su confianza en un familiar directo de la que a partir de ese momento iba a ser su mujer. Al evento acompañaron como testigos lo más granado de la sociedad pamplonesa, como eran el capellán mayor del convento de las Agustinas Recoletas y familiar directo de la contrayente, el vizconde de Arga, o el marqués de San Miguel de Aguayo, entre otras personas. 
Con doña Antonia de Ripalda llegó a Almadén y tomó posesión en las postrimerías del Seiscientos. Ella le acompañó en los duros momentos de las pesquisas que se le siguieron y con ella vivió los que serían los últimos quince años de su vida. También en ella encontró el respaldo cuando tuvo que empeñar su patrimonio personal (las joyas familiares) para abonar el pago de las nóminas de los empleados en aquellos recintos mercuriales en 1700. Y, finalmente, sería ella, como depositaria de las últimas voluntades de su marido, tras el óbito de éste, producido el 24 de agosto de 1709, quien le diera sepultura, 

en la conformidad siguiente, que el cuerpo de su marido fuese amortajado con su manto capitular como lo mandan las definiciones de Calatrava y depositado en el convento del sr. San Antonio de Chillon y se le diese en él misa de cuerpo presente con diaconos y en esta parroquial y en la de Chillon otra, y el dia siguiente tres de novenario, la una cantada, misa de alma y por su alma dos mil misas rezadas, la limosna a dos reales y medio, quarta parte en la colecturía desta parroquial y las demás en dicho convento (…) y asimismo instituye una memoria perpetua de vigilia y misa cantada el dia del sr. San Luis por su alma, y que a dicho convento se le diese de limosna zien ducados; y se diese a la fabrica de Jesus Nazareno desta villa otros zien ducados.

De la lectura de esta partida de defunción hemos de suponer que no le sucedió ninguno de sus hijos, pues se cita como albacea y única heredera a doña Antonia, la cual cumplió escrupulosamente con lo establecido por don Miguel. Tal es así, que el 25 de agosto se levantó un acta notarial ante el escribano real, don Manuel Antonio de Santaella Verdejo, en la que se relata como

se deposito en un hueco que esta echo nuevamente al lado del Evangelio del altar mayor de este convento, entre el altar de nuestro señor seráfico padre San Francisco y el arca de los Santos Oleos, y que es el mismo cuerpo que estaba metido en una caja attaud forrada en terciopelo labrado negro y forrado por dentro con tafetán de doblete senzillo de la misma color, con su llave y zerradura, que estara en la iglesia de dicho convento, asta tanto se traslade dicho cuerpo difunto o sus guesos a qualquiera de las capillas o entierros que tiene en la ciudad de Viana del Reyno de Nabarra.

A continuación, describe cómo se abrió de nuevo el ataúd para comprobar que efectivamente estaba el difunto ataviado con la vestimenta calatrava y cómo se le entregó simbólicamente la llave al padre guardián del convento. Desde ese instante se le responsabilizó de la custodia del cuerpo junto a fray Francisco García (uno de los monjes franciscanos residentes), insistiéndoles en que no pondrán ningún reparo o impedimento, ni ellos ni los que les sucedan en el futuro, cuando la familia o sus herederos decidan trasladar los restos hasta tierras navarras. 
Atrás quedaban doce años de servicio a la corona. No fue precisamente una trayectoria cómoda la que tuvo en Almadén. En la segunda mitad del Seiscientos y sobre todo las últimas décadas de esa centuria la producción de azogue, tan necesario para las minas novohispánicas, se había estancado, cuando no mermado. Cuando don Miguel de Unda propuso relanzar los descubrimientos que se habían practicado en Almadenejos y en El Castillo, abandonando los antiguos filones del Pozo y de la Contramina, los capataces, veedores y mineros que tenían asegurada la faena en estas galerías se enfrentaron abiertamente a las directrices marcadas por el nuevo superintendente. 
Por muy caballero calatravo que fuera, lo que en un principio guardaba sintonía con los nombramientos precedentes, lo que realmente estaba en juego (amén de las prebendas y privilegios pretéritos que hemos apuntado) era una lucha soterrada por el control de tan significativa mina. El Consejo de Hacienda, que había fiscalizado la gestión desde que estas cárcavas mercuriales volvieran a manos del Estado tras el largo arrendamiento a los Fúcares, no quería perderla. Mientras, el Consejo de Indias, del que dependía el envío del azogue a tierras americanas, respaldaba que la persona que las dirigiera fuera Unda Garibay, ya que en los años inmediatamente anteriores y posteriores al cambio de centuria en que este gestionó la explotación minera la producción de tan preciado metal se vio incrementada sustancialmente. 
Pero lo más meritorio e importante [...] es que lo consiguió bajando el costo por quintal de azogue producido, es decir, que optimizó los siempre ajustados recursos económicos de aquellos años.
A pesar de todo hasta en tres ocasiones se le hicieron pesquisas. La primera, ante las quejas de los oficiales y trabajadores se remitió al Consejo de Hacienda. Este organismo envió en visita de inspección a Domingo de Urbizu, alguacil mayor de la Casa de Contratación, en el otoño de 1699. Este ratificó que era más viable y menos costoso para el erario público avanzar en los nuevos filones que en los antiguos, pero sometida la propuesta a votación de la junta de capataces, estos consiguieron que se retomaran la Contramina y El Pozo. 
Nuevamente en 1700 arreciaron las quejas, sobre todo porque, según los oficiales más veteranos, se daba mayor carga de trabajo a los nuevos pozos. El visitador elegido era otro caballero calatravo, don Fernando Caniego, hombre bastante experimentado en la administración minera, aunque no pudiera presumir precisamente de sus logros, pues, además de levantarse pesquisas también contra él (de hecho fue despedido en 1677 por corrupto a instancia del visitador Antonio de Torices), durante sus tres mandatos la inanición y la desidia fueron sus señas de identidad. Esta investigación puede resumirse nuevamente en los resquemores y las acusaciones entre ambos. Caniego boicoteaba en lo posible las decisiones de Unda, llegando incluso a autorizar excursiones para que los trabajadores acudiesen al teatro y a las corridas que se celebraban en Chillón, y el vianés correspondía mandando 
cartas al rey hablando de la impericia y desatinos de Caniego. Ambos recurrieron a sus respectivos Consejos buscando apoyos. Las indicaciones de estos, como no podía ser de otra forma, fueron contradictorias pero las dos partes coincidían que se observaran mutuamente y se cuestionasen las decisiones que el otro tomara.
No acabaron ahí los quebraderos de cabeza del navarro. En 1704 un nuevo visitador, don Fernando Araujo y Rivera, enviado por el Consejo de Hacienda, se presentaba en Almadén. Las acusaciones eran de lo más variado, desde haber comprado un número excesivo de esclavos (a los que incluso les permitía llevar capa y espada), a tener un trato de favor hacia aquellos técnicos que trabajaban en las galerías recién descubiertas, o haber puesto nuevos hornos en marcha a sabiendas de que los antiguos eran suficientes… Lo cierto es que este visitador le exoneró de todas las acusaciones de parcialidad. Es más, otro visitador que acudía a realizar visita ordinaria, pues tras un periodo de tres años estaba establecido que se supervisase la administración de aquellas fábricas mercuriales, también declaró inocente a Unda y Garibay. Por ello parece desafortunada otra nueva pesquisa, casualmente del que más tarde sería su sucesor, don Diego de Valdés y Girón (caballero santiaguista para más señas) a instancias del Consejo de Hacienda, de la que también salió exculpado. 
Tanta averiguación supuso para la mina el más absoluto desgobierno, lo que se refleja claramente en los escasos días en que cocieron los hornos y en la exigua cosecha de azogue que se obtuvo; y para nuestro superintendente, un desgaste emocional (por sentirse permanentemente cuestionado), físico (pues con su presencia en las fundiciones inhaló gran cantidad de vapores tóxicos, incluso le acarreó la pérdida de visión en el ojo derecho) y patrimonial considerable, ya que tuvo unas mermas sustanciales de ingresos. 
A pesar de que finalmente en 1708 se le reconociera por parte de la Corona todos los esfuerzos que había realizado (reconocimiento en el que inclusive contó con el flamante título de superintendente de la recién creada Junta de Azogues), su precaria salud hizo que después de intentar luchar contra las tercianas que aquellos terribles años azotaron gran parte de la península, falleciera a los sesenta años. Visto todo lo anterior es más que comprensible que no quisiera reposar en la parroquial y que pidiera a su mujer que su cuerpo descansase en el convento de san Antonio con la esperanza de partir algún día hacia el Norte, hacia su Viana natal.


Véase también Miguel Unda y Garibay (1649 - 1709) en este mismo blog.

Caballeros de la Orden de Carlos III



Blas Echalecu y Aldunate (22-06-1816)

Francisco Javier Echalecu y Aldunate (22-03-1828)

Francisco Javier Estanga y Ustarroz (7-11-1816)


Fuente:
  • Extracto de los Expedientes de la Orden de Carlos III. 1771-1847. Tomo IV. Escrito por Vicente de Cadenas y Vicent

Vianeses en el Archivo General de Indias

Título: Diccionario Biográfico Vasco: méritos, servicios y bienes de los vascos en el Archivo General de Indias
Autor: José Garmendia Arruebarrena
Publicación: Donostia, Eusko Ikaskuntza, 1989
Fuente: http://www.euskomedia.org
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Diccionario biográfico vasco: méritos, servicios y bienes de los vascos en el Archivo General de Indias
Méritos y  servicios

Blas Echalecu y Aldunate, presbítero, chantre y canónigo de la iglesia de Santiago y juez de Cruzada. Hijo de José Manuel Echalecu y Josefa Aldunate. Natural de Viana (Navarra). Estudió Fil. en Pamplona y Logroño. Leyes en las universidades de Zaragoza, Huesca y Oñate. Canónígo de Ávila a Santiago. Cádiz, 4 may. 1810 (I.G. 248)

Roque Garcés de Garibay. 36 años de servicio principalmente en Navarra. Su padre Miguel sirvió más de 26 años en las guardias de Navarra y Juan Garcés de Garibay, su abuelo, hizo señalados servicios en Viana, Flandes, Artajona y Fuenterrabia (sin fecha) (1, G. 160). De Juan Garcés de Garibay, vecino de Viana, testamento, años 1621 (I.G. 1263).

Joseph Antonio Lacayo de Briones, comandante de las Milicias de la plaza de armas de la ciudad de Granada y del castillo de Río de San Juan en el reino de Guatemala. Natural de Viana en Navarra e hijodalgo notorio. En 1707 se le nombró por capitán de una de las compañías de milicias de la ciudad de Granada en Guatemala y en 1710 por sargento mayor del tercio de la provincia de Nicaragua. Subdelegado, tesorero administrador de la provincia. Se ofreció voluntariamente a desalojar irrupciones del enemigo Zambo Mosquito, supliendo por sí los gastos de esta expedición. Dio 410 pesos y suplió 1200 por la c. Síndico general, dos veces alcalde y regidor y juez executor de la Santa Hermandad. Desvaneció dos tumultos sediciosos, ocurridos en la ciudad de León. Gobernador interino de la provincia de Nicaragua y Costa Rica. En 1743 nombrado maestre de ciudad; el de 1744, comandante genenral del tercio de milicias de infantería y caballería y del castillo del Río de San Juan. En 1745 se le confirió el comando de las armas y tropa reglada. 50 años de servicio, no le ha resultado cargo alguno en sus residencias. En 1777 fue nombrado por D. Pedro de Ozaeta, oidor de la Real Audiencia de Guadalajara, tesorero y administrador del papel sellado. Madrid, 10 dic. 1759. Juan Joseph de Arquinarena. (I.G. 170).

Bienes de difuntos en contratación

Juan Clavijo, natural de Viana (Navarra) falleción en Indias. Año 1668. Contrat. 452 falleció en Potosí con fundaciones. Año 1631. Contrat. 529.

Francisco de Ibañez, capitán, natural de Viana (Navarra) y f. en la mar con testamento. Año 1639. Contrat. 395.

Joseph Ortiz de Zárate, natural de Viana en Navarra, falleció en Santiago de Queretaro ab intestato. Año 1747. Contrat. 582

Juan Sainz de Mendieta, capitán, natural de Viana (Navarra) y falleció en Sevilla. Año 1636. Contrat. 388

Joseph Zárate y Ortiz, natural  de Viana (Navarra) y falleció ab intestato en Querétaro. Año 1753. Contrat. 5617.

Diego Prudencio de Florencia y Carrillo (s.XVII), comediante


Fue un comediante conocido como Diego Carillo, natural de Viana, que vivió durante el siglo XVII. Su verdadero nombre era Diego Prudencio de Florencia y Carrillo. Se casó el 16 de marzo de 1653 en la iglesia de Nuestra Señora de San Lorenzo, Valladolid, con María de Santa Cruz, "representanta", cuyo nombre artístico era María de Escamilla. Tuvieron un hijo llamado Gerónimo Carrillo. Hizo con notable aceptación todos los papeles, aunque no fue célebre en ninguno en particular, si bien no hizo nunca de galán. Estuvo muchas veces en Valencia. En 1655 estaba en la compañía de Francisco García, el Pupilo, y su nombre figura entre los actores de la compañía de Rosa, Osorio y el Pupilo a los que se prohibió salir de Madrid en 1657. En 1658 estuvo en Zaragoza, donde hizo con el grupo del Pupilo cincuenta actuaciones antes del 15 de febrero en que debía volver a la corte para representar comedias nuevas, entre las que estuvieron El ángel de la guarda de Juan de Matos, Las sabinas de Coello y Arias y Celos de amor y cordura de Juan de Arroyo y Velasco, que refundía una obra anterior de Coello. En 1659 estaba en la de Sebastián de Prado. Se trata propablemente del "Carrillo" que aparece en El vestuario, de Moreto, durante los autos del Corpus en Madrid en 1661, con la compañía de Antonio de Escamilla. Es quizás en "Diego" que actuó antes de 1663 en el entremés de Las visitas de Rodriguez de Villaviciosa, junto a Manuela de Escamilla de 1663 a 1665. El último cabildo de Madrid en el que aparece su nombre es el de 28 de marzo de 1667, pero en la década de los setenta actuó con Antonio de Escamilla en 1672, con quién representó el entremés El escolar y el soldado, que se hizo con el auto ¿Quién hallará mujer fuerte?, ambos de Calderón. También con el grupo de Escamilla hizo la Loa a los años de su alteza, que antecedió a una comedia en palacio, en la que también actuó su esposa María de Escamilla. En 1673 estaba con Félix Pascual y pasó de nuevo a la compañía de Escamilla entre 1675 y 1676. Perteneció a la cofradía de Nuestra Señora de la Novena.
Su esposa María de Escamilla era hija de Juan de la Cruz y Francisca Díaz, e hijastra de Antonio de Escamilla también actor.
Su hijo Gerónimo Carrillo casó en Granada con mujer de fuera de la comedia, enviudó y prosiguió en su ejercicio haciendo segundos graciosos y cuartos galanes. Murió en Cádiz como costa por loa carta de difuntos de 1689. Estuvo en Valencia haciendo terceros galanes en 1680 e la compañía de Joseph Verdugo. Volvió a Valencia haciendo cuartos galanes en el año de 1685 en la compañía de Antonio de Escamilla. 
Prudencio de Florencia fundó una memoria de misas en las iglesias parroquiales de Viana, asignando una casa con bodega en Viana, tasada en 859 ducados de principal y 35 de renta y 200 ducados que no se llegaron a desembolsar. Su nieto Florencio Carrillo la convierte en una capellanía colativa de una misa a la semana según escritura de fecha de 26 de abril de 1675.

Fuentes
  1. El teatro en Viana en los siglos XVI y XVII. Juan Cruz Labeaga. Revista Príncipe de Viana, Año nº 56, Nº 205, 1995, págs. 527-548
  2. Genealogía, origen y noticias de los comediantes de España. Anónimo. Edición N. D. Shergold, J. E. Varey. Londres 1985.
  3. Boletín de la Real Academia Española. Febrero de 1919. Año VI. Tomo VI. Cuaderno XXVI
  4. Loas, entremeses y bailes de Agustín de Moreto. Estudio y edición de Mª Luisa Lobato. Kassel 2003.
  5. La música en La Casa de las Comedias de Valencia durante el siglo XVII. Folklore en el escenario. Miguel Ángel Pico Pascual. Revista de Folklore, Año 2004, tomo 24b, nº 286
  6. Sobre la elaboración de un Diccionario biográfico de actores del teatro clásico español y sus antecedentes. Teresa Ferrer Valls.
  7. El ojo de la aguja. Fundaciones religiosas testamentarias en la vicaría de Viana (1580-1805). Julio Luis Arroyo Mediano