Autor: Juan Iturralde y Suit
Fecha: 20/09/1886
Publicación: Euskal-Erria : revista bascongada San Sebastián T. 15, p. 225-230
Fuente: Biblioteca de Koldo Mitxelena Kulturunea, Diputación Foral de Gipuzkoa
Ficha
Arco en las ruinas de la iglesia del convento - s. XV |
Finalizaba el mes de Julio del año 1445; el sol caía á plomo sobre las feraces campiñas que se extienden entre Logroño y Viana; los labradores interrumpían sus rudas labores y buscaban la sombra de las encinas, abundantes entonces en aquella comarca; los rebaños sesteaban también jadeantes bajo los árboles, sin que se oyera ni el balido de los corderillos, ni el cantar de los pastores; el calor hacia enmudecer hasta á las avecillas del cielo, que se refugiaban entre umbrosas florestas y se bañaban en los riachuelos. Solo se escuchaba en los extensos campos el estridente chirrido de millares de insectos, que semejaba el hervor de aquel abrasado terreno.
Súbitamente sintióse en lo profundo del vecino bosque un insólito rumor; ladridos de lebreles, relinchos penetrantes, ronco son de bocinas, gritos enérgicos y alegres y francas carcajadas.
Lanzábalas un numeroso grupo de lujosos jinetes, que pronto desembocó en el soto persiguiendo á la caza, sin reparar en los rigores de aquella tórrida temperatura.
Las armas y los ricos jaeces, heridos por el sol, brillaban como ascuas; las vistosas caperuzas de los halcones parecían pintadas flores; flotaban los ropajes lucidos de los caballeros, y los briosos corceles desparramándose por el llano, corrían en dirección al Ebro, cual si quisieran limpiar en su corriente el sudor en que estaban empapados.
Delante de aquellos airosos caballeros, manejando su corcel con notable soltura, corría un joven de fisonomía inteligente, y noble apostura, que tarareaba una sentida cantiga.
Era D. Cárlos, Príncipe de Viana.