Retrato de Francisco Añoa y Busto por Luzán

Título: Retrato de Francisco Añoa y Busto, arzobispo de Zaragoza
Autor: José Luzán Martínez
Fecha: c. 1755-1760
Técnica: Óleo sobre lienzo, 215 x 132 cm.
Localización: Zaragoza. Compañía de María


Incluido en: Juan de Goyeneche y el triunfo de los navarros en la monarquía hispánica del siglo XVIII. Catálogo de la exposición
Fecha: 2005
Texto de Eduardo Morales Solchaga
Fuente: Fundación Caja Navarra. Publicaciones
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Nos encontramos ante un retrato ejecutado por José Luzán Martínez, nacido en Zaragoza el 16 de diciembre de 1710, hijo de un maestro dorador, en cuyo taller se inició, acudiendo después a la academia del escultor Juan Ramírez.
A los 16 años entra al servicio del Marqués de Cascojuela y sus hijos, los Príncipes de Pignatelli, quienes lo enviaron cinco años a Nápoles para completar su formación con Giuseppe Mastroleo. De vuelta en Zaragoza, se instaló en los cuartos bajos del palacio de sus protectores y su fama traspasó las fronteras aragonesas, hasta tal punto que, en 1741, Felipe V le nombró Pintor Supernumerario de la Casa Real. A ello le sucedieron otros nombramientos, como el de revisor de pinturas deshonestas e irrisorias, por parte del Tribunal de la Inquisición de Aragón. Todo ello lo compatibilizó con su labor docente y directiva en la Academia de Pintura y Escultura, creada en Zaragoza, de efímera vida. Muchos de sus discípulos prosperaron, como Francisco Bayeu, Beratón, Tomás Vallespín, Antonio Martínez, y, sobre todo, Francisco José de Goya.
La obra de José Luzán es extensísima, ya que se prolonga durante medio siglo, destacando conjuntos pictóricos como los de Ntra. Sra. de Zaragoza la Vieja, la cúpula de San Antonio en el Pilar y varias versiones del tema de la Venida de la Virgen. Se mostró muy bien dotado para el retrato, consolidándose en uno de los mejores retratistas españoles de su tiempo, destacando el retrato del arzobispo de Zaragoza García Mañero o el de la Madre Beatriz de Silva. En cuanto a su estilo, fue el mayor representante del rococó en Aragón, con un peculiar carácter, a base de suaves y elegantes formas, con un cromatismo influido por Giordano, De Matteis, Solimena y, sobre todo, por el napolitano Sebastiano Conca, de quien se confesó ferviente admirador.
El retratado es el Arzobispo de Zaragoza Ignacio Añoa y Busto, nacido en Viana, el 27 de febrero de 1684, en una pudiente familia. Tras una breve formación académica, es enviado con doce años a Alcalá de Henares, donde cursó estudios de teología, jurisprudencia y filosofía. Obtuvo una beca del colegio de la Santa Cruz de Valladolid, donde en 1708 es nombrado catedrático. Dos años después se le nombró "nuevo beneficiario de las iglesias de Viana". En 1712 viaja a Cuenca, donde se ordena, pasando a ocupar los cargos de provisor y vicario general, a lo que se sumó el de inquisidor, en 1719. Finalizada su fase conquense, se erige como obispo de Pamplona en 1736. Tras una serie de tensiones con el virrey, en 1742 presentó sus quejas al monarca en visita personal, tras la cual, fue nombrado arzobispo de Zaragoza, a pesar de no creerse merecedor de su nueva sede, que le acogería hasta su muerte, en 1764.
Por lo que respecta su labor pastoral, fue de gran importancia en ambos destinos. En Pamplona, realizó una amplia visita pastoral al poco de ser nombrado, que le ocupó cuatro de sus seis años de arzobispado. Fomentó con especial cariño la devoción a la Virgen y al Corazón de Jesús. En Zaragoza favoreció en alto grado la educación, asentando la Compañía de María y otorgando providencias al nuevo seminario de San Carlos, amén de multitud de acciones caritativas.
Su labor como mecenas de las artes fue extensísima, beneficiándose de ella, amén de sus diócesis, su localidad natal, con cuatro relicarios de plata y un busto de Santa María Magdalena. En Pamplona, levantó casi íntegramente el palacio episcopal, siendo él el primero en habitarlo, y empleó grandes sumas en reparaciones varias de la seo. En Zaragoza, entre otras muchas obras, promovió la capilla del Pilar, supervisando sus obras con celo, a sus 66 años, aferrado a un andamio. También destacaron sus obras en la seo, adecuando las capillas de San Miguel y San Benito, ordenando construir dos grandes armarios, decorados por Luzán, y, sobre todo, la nueva fachada.
El lienzo de Luzán posee influencias de la retratística francesa rococó, principalmente de Van Loo, pintor de Cámara de Felipe V y Fernando VI, cuyas colecciones visitó durante su estancia en 1741. Muestra su pincelada suelta y certera, con la que define diferentes calidades, utilizando un cromatismo tenue y apropiado para la escena, en la que el arzobispo aparece flanqueado por sus atributos, sentado en su estudio (de un marcado estilo rococó), en alusión a su vertiente intelectual. Destaca el estudio del rostro, que define claramente el carácter y autoridad necesarios para mecer la mitra de un arzobispado de tal importancia. En la parte inferior aparece una cartela donde se narran los hechos más significativos de su vida, escoltada por sus armas.

ANSÓN NAVARRO, A.. El pintor y profesor José Luzán Martí­nez, Zaragoza, CAI, 1986.
LABEAGA MENDIOLA J., et alü, Tres arzobispos de Viana,Viana, Gráficas Anrui, 1997, pp. 155-229.
SERRANO MARTÍNEZ, A.."Episcopologio de Zaragoza”. Aragonia Sacra XVI-XVII, Zaragoza, Comisión Regional del Patrimonio Cultural de la Iglesia de Aragón, 2003, pp. 227-229

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