La Cruz de la Peste de Viana

Título: La Cruz de la Peste de Viana
Autor: Félix Cariñanos
Fecha: 2022
Publicación: Programa de Fiestas Patronales de la Magdalena y Santiago de 2022. Ayuntamiento de Viana


Por bastantes vianeses es conocido el dato de que las fiestas de la Magdalena tienen su origen en la epidemia del año 1599, cuando el Ayuntamiento de la entonces aún villa de Viana hizo el Voto de nombrarla Patrona Única de la localidad porque, según tradición local, en su día no falleció ningún paisano.

De lo que no están tan enterados probablemente sea de que la única muestra de monumento pétreo que conmemora aquel hecho se encuentra exactamente en el Paseo del Príncipe de Viana o del Muro por donde transcurre la vida de muchos ciudadanos, en la curva situada frente al Frontón Viejo, ese construido en 1850. 
Estamos hablando de la cruz de piedra cercana a la barandilla de la muralla. 
En el archivo municipal se la denomina Cruz de la Solana, Cruz del Castillo y Cruz de la Carrera (este tercer apelativo se debía a que en alguna época pretérita en esa anchura del paseo se aparcaban los carros de campo). En el habla popular se la ha llamado asimismo Cruz del Frontón. 
No obstante, un buen grupo de mayores la ha nombrado también Cruz de la Peste, y no andaban nada descaminados. 
Investigaciones realizadas en el archivo parroquial demostraban que la presencia de esta cruz se remontaba, al menos, a 1645, año en el que el provisor o representante de Juan Piñeiro, obispo de Calahorra, visitó la ya ciudad de Viana y ordenó que en ese sitio concreto de la ronda que se estaba construyendo para pasear se colocara una cruz “de madera o de piedra, como mejor les pareciere, con un rótulo que diga cómo están allí enterrados muchos cuerpos de fieles desde el año de la peste, para que las personas devotas y los que por allí pasaren rueguen a Dios por las ánimas de los difuntos que allí están enterrados”. 
El lector ha de comprender que, en ocasiones en que las víctimas de las pestes eran muy numerosas, estas no eran sepultadas en el interior de las iglesias de San Pedro y Santa María ni en sus cementerios externos sino en grandes fosas ahondadas incluso cerca de los muros. 
Y precisamente sabemos que en ese paraje concreto del muro se sepultó a muchos a causa de la expresión empleada por el obispo calahorrano: desde el año de la peste. Con esa especificación repetida en sus documentos docenas de veces a lo largo de los años el consistorio de Viana se refería siempre al año 1599. 
Apoya esta misma idea una breve cuenta municipal de 1665 por la que sabemos que entonces trabajaban debajo de esa Cruz del Castillo rellenando de tierra el foso el arquitecto y cantero Lorenzo González de Saseta y el constructor Miguel Albéniz, ambos vecinos de esta población. Del primero de ellos se asegura que cobró doscientos treinta reales “por los reparos que hizo en la Cruz de la Carrera”. Una nota escrita al margen de esta noticia aclara que “es cruz antiquísima y tuvo necesidad precisa de echarle gradas” [escalones] y “es piedad [devoción] muy antigua en la ciudad”. 
Pasaron los tiempos y en 1842, a poco de haber acabado la Primera Guerra Carlista y año en el que el ingeniero vianés y concejal Serapio Urra es encargado de retirar todas las obras artísticas de la iglesia de San Pedro por amenaza de ruina y distribuirlas por los templos de la población, se produce la noticia insólita de que el regidor o concejal “Manuel Echeverría, sin contar con el Ayuntamiento, ha demolido la Cruz llamada de la Solana, monumento histórico que contenía a la vez un signo de nuestra sacrosanta religión, que debía respetarse por ambos títulos”. 
Ese mismo día del 12 de mayo el consistorio decidió en sesión que, al haberse ejecutado esa acción “sin ningún objeto de utilidad”, el Ayuntamiento restauraría la cruz y posteriormente le pasaría la cuenta al autor del estropicio. Manuel ya no figuró después en ninguna reunión del consistorio. 
Este símbolo de la Cruz de la Peste se une a las abundantes cruces protectoras que existen en nuestra ciudad, tanto marcadas en las puertas de las casas como en las ventanas de las cuadras de las caballerías o en las chozas de campo o de los corrales para proteger los rebaños que albergaban. Recordemos también que era costumbre en tiempos pasados colocar una cruz de piedra en el término de campo donde había fallecido una persona, detalle que aportaba el nombre y la fecha. Esta tradición ha proseguido en la actualidad al haberse colocado en la Barranca Salada una cruz del mismo material en memoria de haber sido alanceado ahí César Borgia en 1507. 
Así que la Cruz de la Peste ha llegado hasta nuestros días, aunque un poco cambiada de lugar, puesto que los mayores la conocimos durante años colocada unos veinte metros más hacia el norte, frente a las Escalerillas que descendían hacia la carretera de Pamplona. 
En la época de la industrialización entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, la ciudad experimentó reformas variadas de cara al turismo, como la remodelación de San Pedro y su parque y la intervención en distintas zonas de las murallas, una de las cuales afectó al paraje en que descansaba la cruz. Con ese motivo el monumento fue trasladado a su ubicación actual y restaurado por el albañil y constructor de chozas Daniel Matute junto con dos jóvenes peones; estos dos, que todavía viven, labraron la nueva cruz de la cúspide durante unas horas de la noche. Cosas de juventud. 
Así que ya saben ustedes algo más sobre la historia de Viana, que nunca viene mal, y, cuando sus hijos o nietos les pregunten por el origen y la razón de esa cruz, explíquenles cómo se llama y por qué. Tiene relación nada menos que con nuestra Patrona y amiga Magdalena y sus fiestas. Felices festejos, paisanos.