Castillos, torres y palacios

Título: Navarra. Castillos, torres y palacios
Autor: Juan José Martínez Ruiz
Fecha: 2008
Publicación: Gobierno de Navarra
Fuenre https://www.culturanavarra.es/es/navarra-castillos-torres-y-palacios


VIANA

Restos del recinto amurallado medieval. Portales

La ciudad de Viana –entonces era todavía villa– fue fundada por el rey Sancho el Fuerte,que le otorgó su fuero en 1219, con el fin de asegurar y defender aquella zona fronteriza de Navarra frente a Castilla. Era un antemural o posición avanzada de primera línea, a corta distancia del poderoso reino vecino, cuya ciudad de Logroño estaba casi a tiro de piedra. Debido a esa circunstancia, desde el primer momento la nueva población estuvo rodeada de un fuerte cerco de murallas, en el que el castillo –hoy desaparecido– y las torres de sus dos iglesias de San Pedro y Santa María constituían losbaluartes más destacados. En 1957, el general Francisco Becerra realizó en varios planos una reconstrucción del recinto amurallado, que estaba jalonado por unas veinte torres de planta cuadrada, como las de San Llorente, de la Algarrada, de la Tahona, de las Palomas, del Caballo, de la Solana, de la Rampa o de la Carrera, y una sola de planta circular, conocida por eso como el tambor. En cada uno de los cuatro frentes, que se adaptaban a la forma rectangular del perímetro urbano, se hallaban emplazadas sendas barbacanas, de las que solamente se conserva hoy la de San Pedro, reforzada con sólidos contrafuertes. Se entraba en la población a través de cuatro portales: el de Estella, situado en el frente oriental, el de San Felices en el occidental, que eran los dos lados más cortos del recinto, y los de Santa María –más tarde llamado de San Juan– y de la Solana, en los dos lados de mayor longitud. En 1275, Viana sufrió un duro asedio por las huestes del infante de Castilla Fernando de La Cerda. No la pudo tomar, porque los vecinos se defendieron con valentía, por lo que lareina viuda les liberó del censo de 12 dineros que venían pagando por cada casa. Una súplica de las Cortes del Reino dirigida a la soberana, que recoge el propio privilegio, narra cómo “los vuestros homes de Viana, como leales vasallos, por defender meior la vuestra villa de Viana, desfizieron todas sus aldeas et derribaron cuantas casas eillos habían fuera de la cerca de los muros, que había más casas que en toda la cerca, de lo que, Seinnora, han recebido tan grant daino que non vos lo podríamos contar”. Años después, en 1301, se produjeron algunos debates y discordias entre los vecinos por razón de la derrama comunal efectuada para el pago de la tailla, una contribución que se exigía para atender el mantenimiento de las fortificaciones. Los que se consideraron perjudicados por la cantidad que se les había asignado acudieron al gobernador Alfonso de Robray, y a raíz de esa reclamación se mandó llevar a cabo una valoración de las casas y bienes de la villa, que constituye uno de los más antiguos catastros conocidos. En 1378 la plaza sufriría un nuevo asedio, quedando algún tiempo –en virtud del tratado de Briones– en rehenes de Castilla.

La situación en frontera, con el permanente riesgo que entrañaba, dio lugar a la concesión de distintas gracias y privilegios reales a la población y a sus vecinos. En 1413, en atención a esa circunstancia, Carlos III el Noble les hizo libres y les declaró exentos del pago de la sisa y del impuesto del vino. El año siguiente, les concedió 200 libras para que pudieran comprararneses de guerra “por defensión de la dicha villa, por tal que puedan resistir a los de Logroño e de los otros logares de Castieilla, con quienes continuadament han disensiones et debates en razón de términos et entre eillos”. El año 1460, con ocasión de otra de las guerras contra Castilla, la población volvió a ser cercada por los castellanos, “combatiéndola todos los días de bombardas, trabucos cortantes e otras artillerías”.

Una vez más, sus vecinos “virilmente por muchos días se defendieron, hasta tanto que falles ciéndoles provisión e mantenimiento, venían en tiempo que comían caballos e otras fieras inusitadas; et ansí afligidos, con espresa licencia del rey se rindieron al de Castilla, en cuyo poder estuvieron cinco años”. El clérigo Juan de Amiax dedicó encendidos elogios al valor de las mujeres de Viana en aquella ocasión, y dice “que no menos las doncellas que las casadas, disfrazadas con los vestidos de sus hermanos y maridos muertos, hicieron señaladas proezas”. Al cabo de ese tiempo, acudieron a liberarla y recuperarla para la Corona de Navarra el obispo de Pamplona y el conde de Lerín, que con sus huestes obligaron al capitán castellano a encerrarse en el castillo, y los vianeses, por su parte, “alcalde, jurados, clérigos e legos, trabajaron de conquistar el castillo… dando mantenimiento a las gentes de armas que con el obispo y el conde de Lerín estaban allí por tiempo de un mes,a la fin del cual, Dios mediant, el dicho castillo fue recobrado”. Poco después, Fortuño de Toledo, en una cabalgada que partió de Santo Domingo de la Calzada y de Logroño, con “grantnúmero de gentes castellanas, así de a caballo como de a pie, entraron en el territorio de Viana e cruelment talaron fasta el número de nueve mil peonadas de las viñas con su fruto e mucha arboleda”. En compensación por todos esos daños, la princesa gobernadora doña Leonor concedió a la villa un día de mercado, que ten dría lugar el miércoles de cada semana, franco de toda imposición de alcabala y demás derechos, así para los de Navarra como para los que acudiesen a él de Castilla o de otros reinos.

Ha adquirido tintes casi legendarios la presencia en Viana de César Borgia, que acabaría encontrando la muerte en sus inmediaciones en el año 1507, y que sería enterrado en la magnífica y casi catedralicia iglesia gótica de Santa María.

Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico en 1512, la antigua plaza fuerte, baluarte navarro frente a Castilla desde su fundación, perdió su importancia estratégica. Las murallas perdieron su misión defensiva, aunque se mantuvieron en pie, lo mismo que los antiguos portales, que todavía se conservan, aunque reconstruidos en el siglo XVI. El ayuntamiente compró al Real Patrimonio la propiedad del ya inútil recinto en 1570 y a partir de esa fecha se comenzó a abrir huecos y a edificar casas adosadas a los muros, que quedaron ocultos por las nuevas construcciones. El castillo, que se salvó de las órdenes de demolición dadas en los años 1512, 1516 y 1521, acabó abandonado a su suerte. Una parte de él se transformó a partir del año 1593 en un edificio palaciano conocido como la Casa Real, y otra, que incluía un tramo de muralla, la antigua torre del homenaje y otra torre llamada de las Palomas, permaneció en pie, aunque en estado de deterioro progresivo, hasta su total derribo en el año 1940.

En la actualidad, se conserva, aunque mutilada, la torre de San Pedro, cuya base corresponde a la antigua construcción medieval, con la barbacana que existe al pie de la misma, reforzada por recios contrafuertes. Y los portales de la Solana, de Estella, de Santa María y de San Felices, además de los de San Miguel y de la Trinidad, que son muy posteriores y no formaban parte del primitivo recinto. Casi todos son de arco rebajado, y los de Estella y de la Solana, rehechos en 1563 y 1583, lucen labras heráldicas con las armas reales españolas con la composición muy poco frecuente de Navarra en el primer cuartel, Castilla y León en el segundo, Sicilia en el tercero y Aragón en el cuarto, y timbradas además con el águila bicéfala de Carlos V.