La Virgen sedente en un trono tiene una expresión agradable, aunque un tanto hierática, viste una túnica verde ceñida con cenefa de ornamentación en relieve y broche. Su manto de color rojizo ajustado en los hombros se tercia en las rodillas de derecha a izquierda y la cabeza va cubierta por un velo, dejando al descubierto el cabello, y con corona de madera rematada por cuatro florones de palmetas. Lleva un
pomo odorífero en una mano y con la otra sujeta al niño colocado frontalmente sobre sus rodillas. Viste túnica y manto de idénticos colores que la madre, bendice con la derecha y en su mano izquierda lleva un libro. Se trata de un modelo muy estereotipado y abundante en Navarra y por las características apuntadas es una imagen del siglo XIV.